Marco Conceptual y Valores
Filosofía
Entendemos al ser humano como un ser noble por naturaleza, en cuyo interior existen muchas potencialidades que aguardan para aflorar y contribuir al avance del individuo y de la sociedad. Creemos que existen formas de cooperación y relación que facilitan el florecimiento de las capacidades inherentes a las personas. En la base de esta comprensión se encuentra la idea del empoderamiento. Cada persona es en sí misma una gran cantera de capacidad y potencial que requiere de una serie de condiciones para que éstas se manifiesten. Dichas condiciones incluyen la confianza y confiabilidad, la horizontalidad en las relaciones, el interés genuino en el otro y la orientación hacia el aprendizaje. Esto contrasta con otras formas prevalecientes en nuestra sociedad que asocian el poder a la habilidad de controlar o manipular a otros en la búsqueda de un beneficio particular.
Creemos que el verdadero progreso sólo puede ocurrir cuando, tanto el individuo como su comunidad, caminan juntos en un proceso de transformación que ocurre paralelamente, en el cual el papel del conocimiento es fundamental. En la medida en que la ignorancia siga estando presente entre las masas de la humanidad, la sociedad continuará oprimida, ya que aquella refuerza las barreras de los prejuicios, que impiden el avance de la civilización hacia el ideal de la unicidad de todos los pueblos del mundo. El conocimiento no es meramente la acumulación de información, sino que implica el desarrollo de capacidades, cualidades y actitudes, así como de nuevos niveles de comprensión y conciencia. Además, el acceso al conocimiento es un derecho de cada ser humano, a la vez que una de sus responsabilidades, y debe asegurarse que cada individuo y comunidad puedan formar parte de su generación, difusión y aplicación. La participación de todas las personas en este proceso es un requerimiento para establecer la justicia social.
Consideramos que la humanidad tiene a su disposición dos fuentes de conocimiento y práctica fundamentales: la ciencia y la religión. Creemos que para el desarrollo coherente de cualquier emprendimiento humano es necesario asegurar la armonía, la reciprocidad y la complementariedad de ambas. Con el fin de asegurar un nivel adecuado de coherencia entre las necesidades prácticas y materiales de la vida y aquellas que tienen una naturaleza espiritual y trascendental, creemos que es importante huir de la tendencia a reducir la visión del desarrollo al mero consumo de bienes y servicios. Tener en consideración estas dos fuentes de conocimiento nos permite conectar con las raíces de la motivación de las personas, ayudándoles a evitar las trampas del consumismo y de la pasividad.La fe y la razón, por lo tanto, se comprenden mejor cuando actúan en armonía, ambas entendidas como atributos del alma humana, mediante las cuales es posible alcanzar una comprensión más aguda de la realidad tanto material como espiritual de nuestra existencia. Además, nos permite ser conocedores de las potencialidades inherentes al alma humana, y que las personas trabajen juntas en pos del desarrollo de dichas potencialidades.
Uno de los pilares fundamentales que constituyen el marco conceptual y filosófico de la Fundación es el concepto del desarrollo sostenible. Este es un concepto que permea todos los principios, métodos y fines de la Fundación e implica una visión a largo plazo, centrada en asegurar que todos los procesos que se pongan en marcha (los cuales incluyen planes, estrategias y actividades) permitan la satisfacción adecuada de las necesidades de la generación actual, sin comprometer de forma negativa a las generaciones futuras. “El desarrollo sostenible exige esfuerzos concentrados en construir un futuro inclusivo, sostenible y resiliente para las personas y el planeta.”
Entendemos el aprendizaje de una forma amplia, tanto en su dimensión relacionada con la adquisición de habilidades y conocimientos como en su dimensión que afecta a las actitudes y maneras de interactuar con la realidad que nos rodea. En cualesquiera actividades que la Fundación promueva, queremos asegurarnos de favorecer una cultura en la que el aprendizaje sea el modo de operación. Se trata de un proceso individual y colectivo que “implica la adquisición de un número cada vez mayor de percepciones interrelacionadas acerca de cierta realidad con la que interactuamos”, que tiene como objetivo contribuir a su transformación a nivel material, social y espiritual. Además, entendemos que dicho aprendizaje no puede ser obtenido sino a través de un proceso en el que analizamos la realidad con precisión, hacemos uso de la herramienta de la consulta para unificar la visión y determinar las estrategias, enfoques y acciones a llevar a cabo, ponemos en práctica los conceptos tratados y reflexionamos sobre las percepciones que obtenemos en base a la experiencia. Es importante señalar que, a la hora de analizar la realidad, debemos aceptar que nuestra mirada es limitada y por ello no debemos adoptar una postura en la que nos percibimos a nosotros mismos como expertos que observan un problema y determinan un diagnóstico definitivo. Más bien, nuestra mirada debe estar centrada en identificar las fuerzas sociales que afectan los procesos que estamos observando y en conocer la realidad de una manera integral, promoviendo la participación efectiva de las personas directamente implicadas en dichos procesos.
Cada miembro de la familia humana tiene el derecho y el deber de contribuir a la construcción de una civilización material y espiritualmente próspera. Es en este contexto que cobra especial importancia la cuestión de la participación universal. Dicho modelo de participación implica la apropiación de las personas, comunidades e instituciones, convirtiéndose en agentes activos de un proceso de transformación que afecta a sus vidas individuales y colectivas. Este concepto de participación universal se sustenta, a su vez, en el principio de que existe una única familia humana, inmensa en la diversidad de sus pueblos, pero una al fin y al cabo. El reconocimiento de esta realidad tiene profundas implicaciones que afectan a la manera en que orientamos cualquier emprendimiento en el campo de la acción social.
Por otro lado, el concepto del desarrollo de capacidad está profundamente vinculado a la participación universal y al desarrollo del conocimiento. Este concepto se aplica también al nivel del individuo, de la comunidad y de las instituciones. Se trata de dotar a las personas del conocimiento, las cualidades, actitudes y capacidades necesarias para contribuir al desarrollo integral de sus propias vidas, al tiempo que éstos realizan una contribución a la mejora de las condiciones de vida de sus comunidades a través del principio del apoyo mutuo y la reciprocidad. A este respecto, cabe señalar que las capacidades que uno posee cobran un sentido pleno cuando se ponen al servicio del bien común.
La manera en la que entendemos el desarrollo de las áreas de aprendizaje de la Fundación está ligada al principio de pensar y actuar en términos de procesos que se van desplegando de forma gradual, iniciándose de una manera sencilla y modesta, germinando y creciendo orgánicamente y aumentando su complejidad y madurez de forma coherente. Los eventos, enmarcados en este contexto, no se conciben como un fin en sí mismos, sino que están al servicio del proceso y en sintonía con el propósito último.
Consideramos que el principio de la igualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres es fundamental para asegurar el progreso y bienestar de la sociedad, ya que ignorarlo “perpetra una injusticia contra la mitad de la población del mundo y provoca en los hombres actitudes y costumbres nocivas que se llevan de la familia al trabajo, a la vida política y, por último, a las relaciones internacionales”. Es imperativo que este principio de igualdad ejerza una influencia sobre todas las iniciativas que lleve a cabo la Fundación y, al hacerlo, dar forma a su enfoque. “Solo en la medida en que las mujeres sean aceptadas con plena igualdad en todos los campos del quehacer humano se creará el clima moral y psicológico del que puede surgir la paz internacional”.
Marco Conceptual
Aflora trata de conducirse por una serie de valores que tratan de reflejar en la práctica los principios fundacionales de la organización. Algunos de estos valores son la cooperación, el empoderamiento, la confianza y confiabilidad, la horizontalidad en las relaciones y el interés genuino en las personas.
Creemos que la cooperación, como forma de relación, facilita el florecimiento de las capacidades inherentes en las personas. En una sociedad cargada de enunciados individualistas sobre la realidad del ser humano, entendemos que la promoción de un valor como este reviste especial importancia, ya que genera lazos entre las personas, ayuda a que cada individuo se sienta parte de un esfuerzo colectivo y multiplica los poderes de las personas como colectivo.
Uno de los valores más importantes que desde Aflora se busca poner en práctica es el del empoderamiento, a través del cual se facilita que cada individuo descubra sus talentos y capacidades y encuentre las condiciones para el desarrollo de las mismas. Por otro lado, el esfuerzo consciente por alinearse con una visión de empoderamiento evita actitudes de paternalismo que obstaculizarían el desarrollo saludable de las personas.
Otro valor fundamental es la confianza y confiabilidad, a través de las cuales se hace posible establecer relaciones constructivas, ya sea entre personas, grupos o entidades. Es a través de estos valores que se logra estabilidad y progreso en las relaciones, se pueden proyectar acciones a medio-largo plazo con mayor seguridad y se asegura el respeto mutuo.
Mantener la horizontalidad en las relaciones interpersonales es otro valor que se busca poner en práctica, el cual favorece la manifestación práctica de muchos de los conceptos clave que representan los fines de la organización. A través de esta práctica, se asegura un ambiente en que prima la igualdad y se valora la aportación de cada persona, independientemente de aspectos como su procedencia, sexo, edad, años de experiencia colaborando con la organización o circunstancias de vida.
Otro de los valores que caracterizan la actividad de Aflora es el interés genuino en el otro. Este realmente es un motor que, como seres humanos, nos impulsa a desarrollar cualquier acción centrada en buscar el bienestar de los demás. Esto contrasta con otros modelos de relación prevalecientes en nuestra sociedad en los que se manipula a los demás, no importa cuán sutilmente, en pos de un beneficio particular.